Diez consejos imprescindibles para que un adolescente escoja estudios

Muchos jóvenes necesitan ayuda para identificar la formación más adecuada para su vida profesional futuro

INÉS BAUCELLS
La mayoría de alumnos de ESO y bachillerato, sobre todo en edades comprendidas entre dieciséis y dieciocho años, necesita ayuda para identificar la formación más adecuada para su vida profesional futura. En este sentido, el profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC Antoni Badia recomienda a los estudiantes empezar por tener en cuenta desde sus intereses hasta el estilo de vida que se imaginan cuando sean mayores.
Estos serían los diez consejos que él daría a cualquier alumno que se encuentre en esa tesitura:

1. Detectar los campos de conocimiento que más interesan. Cuando los jóvenes piensan qué estudios quieren seguir a menudo acostumbran a hacerlo, en primer lugar, según el área de conocimiento que más les gusta en el centro educativo. Para pensarlo bien, hay que saber la correspondencia temática entre áreas curriculares, modalidades e itinerarios y los estudios que se quieran seguir tanto de ciclos formativos como de estudios universitarios. «El primer criterio del estudiante debe ser elegir el campo de conocimiento que más le gusta, pero los campos de conocimiento que hay que tener como referentes son los estudios futuros que debe cursar, que son más variados y específicos que las áreas curriculares», apunta Badia.
2. Identificar los campos profesionales (actuales y futuros).Sin embargo, este experto recomienda ir más allá e invita a los adolescentes a proyectar en qué campo profesional les gustaría trabajar. «Por eso es importante que se informen bien de todas las profesiones que existen y que no se queden con las que solo conocen por familiares, amigos o que han visto en películas o series de televisión», advierte el experto. Identificar las profesiones supone pensar en la utilidad real de los estudios que se quieren cursar una vez hayan finalizado, en el futuro.
3. Evaluar las competencias propias del alumno. El profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación explica que, en un momento determinado, todo el mundo tiene unas competencias más desarrolladas que otras, y que es necesario identificarlas para seguir una formación que permita desarrollarlas todavía más. «El adolescente debe ser consciente tanto de sus capacidades para adquirir, analizar o aplicar diferentes tipos de conocimiento como de sus habilidades en la dimensión social, como por ejemplo la comunicación o las relaciones personales», recomienda.
4. Considerar la disponibilidad del tiempo. Badia apunta que hay una nueva generación de estudiantes que tienen unas demandas y expectativas vitales diferentes. «Hay adolescentes que quieren ser protagonistas de su tiempo y que valoran modelos docentes que les permitan tener un grado más elevado de autonomía», señala el profesor. Por este motivo, «los estudios virtuales generan cada vez más interés en estos jóvenes, porque se pueden gestionar de una forma más flexible el tiempo y dedicarlo a otras facetas de la vida igualmente importantes para su crecimiento vital y profesional», explica.
5. Imaginarse qué estilo de vida futuro se quiere seguir.Trabajar es la actividad que consume más tiempo de la vida de una persona. «Hacer ese ejercicio los ayuda a detectar su identidad profesional futura y optar por unos estudios que se adapten a sus preferencias y necesidades», apunta el profesor. «Hay jóvenes que prefieren trabajar en un despacho y seguir una rutina diaria, otros que se imaginan emprendiendo proyectos y otros que se ven viajando por el mundo», añade.
6. Y, yendo todavía más allá, proyectar no solamente qué quiere ser sino quién quiere ser. «En un mundo donde la identidad personal se estructura cada vez más en torno al consumo, aún hay personas que pensamos que la profesión que uno ejerce sigue siendo importante para fundamentar la identidad personal de cada uno. Lo que yo hago cada día y de forma reiterada acaba influyendo en quién soy», explica Badia.
7. Pensar que casi ninguna decisión sobre los estudios es irreversible. Vivimos en la sociedad del aprendizaje continuo a lo largo de la vida. «No pasa nada si se deja de estudiar durante un periodo. La sociedad tiene muchos mecanismos para que la persona consiga ir aprendiendo a lo largo de la vida», subraya el profesor. De hecho, «el colectivo de personas que están en un proceso continuo de aprendizaje (para aprender idiomas, para actualizarse laboralmente o para ampliar estudios, entre otras finalidades) no para de crecer».
8. No tomar la decisión de elegir estudios ni aislado ni en solitario. En este camino que el estudiante emprende para elegir sus estudios, Badia explica que se puede favorecer la participación de personas próximas al adolescente, como su familia, sus amigos, el tutor del centro educativo, entre otras; así como de personas con profesiones alejadas de lo que el estudiante vive cada día. «Un conocimiento amplio del mundo profesional por parte del estudiante influirá en que la elección sea más madura», asegura.
9. Tomar una decisión personal. Ahora bien, tiene que decidir el estudiante y hay que evitar cualquier tipo de imposición. Hay que asegurar que el estudiante se responsabiliza de su decisión y se compromete a trabajar para conseguir el éxito de la elección que realiza. «La decisión última tiene que poder tomarla el estudiante», comenta Badia.
10. In en busca de la felicidad. Y, por último, hace falta no olvidar que lo que cuenta es la persona, por encima de su profesión. Y, por esta razón, «hay que tener claro que la elección de estudios y de profesión siempre debe tener un carácter instrumental y debe estar supeditada a conseguir ser feliz; siempre que se pueda», concluye el experto.