La cultura del esfuerzo


La educación no puede ser vehículo de ideologías: los prejuicios, los tabúes y los partidismos no nos pueden conducir a análisis y medidas equivocadas ni nos pueden hacer permanecer inmóviles ante la situación en la que nos hallamos de un sistema educativo fallido. Nuestro sistema presenta unos resultados desastrosos: más de uno de cada cuatro alumnos (28,4%) abandonan todos los años sus estudios antes incluso de haberse titulado.
La consecuencia para nuestros jóvenes es desesperanzadora; casi la mitad están hoy en paro. Sencillamente no nos lo podemos permitir. No podemos resignarnos a tener una generación perdida. Es urgente encontrar soluciones. Quedan pocos días para que se presenten unos Presupuestos Generales del Estado marcados por la grave situación económica y financiera que vivimos y por la malograda gestión del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

Se habla mucho estos días de recortes en servicios públicos como la sanidad o la educación. Pero este es un debate equivocado: el problema de nuestro sistema educativo no es un problema de recursos; el gasto dedicado por alumno en España es, en el caso de muchas comunidades autónomas, muy superior al gasto de países que nos superan ampliamente en resultados académicos.
Tenemos un grave problema de eficiencia. A pesar de los esfuerzos presupuestarios de los últimos años, el nivel de exigencia en nuestras escuelas se ha rebajado y se ha instalado en las aulas la cultura del acomodo. Los alumnos no encuentran motivación, abandonan prematuramente su escolarización o adquieren una formación que no les permite incorporarse con éxito al mercado laboral.
La carga ideológica de debates, en muchas ocasiones estériles, ha impedido que centremos la vista en los pilares fundamentales en los que se ha basado siempre la educación: unos profesores motivados para enseñar, unos alumnos con ganas de aprender y un entorno educativo y social donde se premien la excelencia, el trabajo y el esfuerzo.
Contamos en la actualidad con una generación de profesores extraordinariamente preparados y cuyo compromiso con la educación está fuera de toda duda. Por eso es más necesario si cabe articular los instrumentos que refuercen su legitimidad, su autoridad, su prestigio social, y garanticen, como en épocas anteriores, la entrada en la carrera docente de los mejores.
No podemos olvidar que, al fin y al cabo, una sociedad vale lo que valen sus maestros. Hemos comenzado a trabajar en un Estatuto del Docente que incluya, entre otras, la Ley de Autoridad del Profesor y una nueva carrera profesional más atractiva que estimule la mejora continuada de los claustros. Debemos poner freno al masivo abandono escolar temprano provocado por la desmotivación de nuestros alumnos. La reforma de la Enseñanza Secundaria en la que llevamos trabajando desde el mes de diciembre, y que el Partido Popular preparó desde la oposición, está encaminada a corregir estos índices.
Necesitamos un nuevo modelo que resulte más atractivo para los alumnos y para sus familias: hemos planteado un curso orientador hacia la FP o el Bachillerato que sustituya al actual 4º de la ESO y que siga siendo obligatorio y gratuito. Por un lado, permitiremos que aquellos alumnos que quieran buscar una incorporación más temprana al mercado laboral tengan la oportunidad de conocer, a través de este curso puente, opciones seductoras dentro del amplio catálogo de posibilidades que ofrece la Formación Profesional.
Vamos a poner en marcha en colaboración con los empresarios un modelo de Formación Profesional Dual similar al implantado en Alemania, donde la formación teórica combina desde el primer día con la formación práctica en las empresas.
Por otra parte, el Bachillerato quedará configurado con tres cursos escolares, una estructura más acorde con los bachilleratos de los países de nuestro entorno, que permita transmitir los conocimientos necesarios para afrontar con garantías una educación superior. Nuestro propósito es que parte de esta reforma entre en vigor en el curso académico 2013-2014. La reforma de la Secundaria es un proyecto de gran calado por todas sus implicaciones; es, sin duda, un proyecto tan ambicioso como necesario. No menos necesario es el impulso del aprendizaje del inglés en los colegios españoles.
Estamos a la cola de Europa en conocimientos de inglés; no podemos seguir así, para nuestros jóvenes supone un enorme lastre competitivo en un mundo globalizado. Ya hay comunidades autónomas que han empezado la implantación de proyectos de educación bilingüe; queremos impulsar este tipo de enseñanza para que todos los alumnos españoles puedan, en el futuro más próximo posible, terminar su educación básica con amplios conocimientos de una lengua extranjera.
Las reformas que se pongan en marcha en los próximos meses y en los próximos cursos académicos no fructificarán si, entre todos (padres, alumnos, profesores, Administraciones Públicas, agentes sociales, empresarios) no desterramos de una vez por todas la falta de exigencia y la mediocridad en nuestra educación para sustituirla por la cultura del esfuerzo, el mérito, la satisfacción del trabajo bien hecho, la autoexigencia y la responsabilidad.
*José Ignacio Wert es ministro de Educación, Cultura y Deporte